Emilio, se convirtió en Director de la Escuela Argentina de profesores de Pádel y pasaba largas jornadas en pista. En esos momentos, las palas de pádel eran de madera. Por su peso y rigidez, dañaban las articulaciones. En especial el codo, provocando la epicondilitis, pero también afectaba al hombro y la muñeca.

En el año 1989 Carlos Daniel Pérez, que fabricaba carrocerías de fibra de vidrio para autos y embarcaciones, se hizo fan del pádel. Tras jugar un pésimo partido con una pala de madera por lo difícil de controlar que era, se le ocurrió inventar una paleta con el centro de goma y revestida de fibra de vidrio para mejorar el control y disipar de paso las vibraciones del golpeo de la pala con la bola. Hizo 5 prototipos que entregó a a Emilio y a varios jugadores profesionales argentinos de primer nivel. Tras probarla, vieron que efectivamente, el control mejoraba y su epicondilitis había desaparecido, Emilio se fue en búsqueda del creador de ese enorme invento. Al encontrarlo, le dijo:  “Esto es el futuro”

Desde ese momento Emilio contribuyó a la difusión del uso de las palas de goma.

A los profesores que formaba, que pasaban gran número de horas en la pista, Emilio enseguida les recomendó el uso de las palas de goma, que no solo mitigaba las lesiones sino que además, se rebajaba el peso de la pala y se mejoraba la eficacia y control en el golpeo con un menor esfuerzo.

Emilio, adquirió la patente de ese sistema de fabricación para España y con el tiempo, la mayoría de marcas incorporaron el invento ya que fue homologado por las federaciones para su uso en competición por el enorme avance que suponía. Se estableció definitivamente como la mejor forma de fabricar palas. Emilio, fue adquiriendo conocimientos sobre la fabricación que, además, podía testear en persona en su búsqueda de la pala perfecta.